Un bosque mágico, lleno de vida, frondosos árboles y plantas amistosas de todas las especies... allí llegó el pequeño viajero. El susurro de las hojas le hablaba, las sombras y los coloridos rayos del sol a través de las ramas transformaban el paisaje y detuvo el clima. Se sentó en silencio. De repente, en un abrir y cerrar de ojos, animales mágicos y llenos de bondad se acercaron a él, invitándolo a jugar. "¿De donde vienes?" , "¿Cómo te llamas?", le preguntaron al pequeño, encantado con el visitante. Lo retuvieron toda la tarde de aquí para allá, subiendo y bajando de los árboles, descubriendo secretos. Al final de la tarde, el pequeño viajero tuvo que partir, pero, en agradecimiento, prometió volver por nuevas aventuras. Y así se despidió con un: "¡Hasta pronto, amigos míos!"